MLSA

Make the Left Sexy Again (Haz la Izquierda Sexy Otra vez), éste debería ser el mantra que deberían grabarse a fuego las mentes pensantes de la izquierda (¿?) occidental. Porque a día de hoy es lo opuesto.

El lema, creado por el youtuber Quetzal en respuesta a la bochornosa reacción ante un calendario de bomberos por parte de Podemos, es a juicio de platon acertadísimo; y por ello en la medida de sus posibilidades apoya su difusión.

Porque para aquellos que tenemos recuerdos del Siglo XX, la izquierda portaba el estandarte de la libertad, la irreverencia y el cuestionamiento de lo establecido y la tradición. Ahora las voces cantantes de la izquierda establecida son un gigantesco gabinete inquisitorial que considera TODO ofensivo, y que ante la incapacidad de censurar y encerrar (por falta de poder, no por otra causa) a todo aquel que no sea un converso a los dogmas de la corrección política más estricta (poco importa que de facto sea imposible puesto que muchos eslógnes-dogma son contradictorios entre sí) sí se ocupan de condenar, calumniar y acosar a sus objetivos, y emprender saludables campañas de concienciación para que aprendamos de las conductas pecaminosas y hagamos contrición.

Porque sí, es cierto, a los que hoy se procesa (y generalmente exonera) es a quienes atacan a la Iglesia Católica y al franquismo (¿y la corona?), pero como indica el párrafo anterior, es cuestión de poder. Y es que fuera de estos tres temas, todas las causas, escándalos y ofensas vienen denunciadas por la izquierda.

La persecución del sexo, la «blasfemia» y la imposición de moralina ya no es cosa de ancianas beatas de misa diaria, sino de jóvenes activistas de internet. Y la izquierda con sillón y acceso al presupuesto lo bendice. Y mucho ojito a quien no muestre absoluta sumisión, que queda manchado como fascista, palabra más empleada al cabo del día que «pan»,  «café» u «Hola».

¿Qué posibles consecuencias puede tener esto? Pues que de forma poco sorprendente, ser fascista va a ser considerado algo interesante y deseable; al modo que cualquier joven mínimamente leído era comunista en la España del tardofranquismo, justamente por la campaña que le hacía el régimen.

Este año hace el 50 aniversario de cuando unos melenudos parisinos pintaban en las calles «Prohibido prohibir». Hoy se tuitea «es ofensivo».

Y en breve (si no ya, puesto que aquí el autor pasa poco tiempo por las calles) volveremos a ver esto, con otras grafías y lindos colores:

 

 



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