Vote ~Biden~ Harris 2024

Ya estamos otra vez aquí.

(Nota: El artículo estaba redactado pero no publicado cuando Biden anunció su renuncia a la reelección. En parte se va a conservar la redacción original, aunque con las pertinentes actualizaciones)

Si han seguido mínimamente la actualidad, deberían tener ya una cierta idea de la valía y las expectativas que generan los candidatos a las presidenciales de los EE.UU.

Por si fuera poco, son los mismos que en 2020.

E inesperadamente, porque no es habitual que el perdedor (sí, PERDEDOR) de unas presidenciales repita a la siguiente convocatoria. Y por otro lado, las quinielas auguraban que dada la avanzada edad del actual presidente, éste optaría por no presentarse a la reelección. Y probablemente no lo habría hecho si el Partido Republicano no hubiera elegido ponerse a los pies del mismo criminal chiflado al que ya ganó.

Vayamos a por un poco de análisis y argumentación para justificar los juicios de valor:

Trump: Expresidente, criminal (declarado culpable de violación y posterior difamación a la víctima, además de otros 34 -treinta y cuatro- delitos de cuello blanco relacionados con el uso fraudulento de fondos para su campaña de 2016) y presunto (aún) golpista entre otras cosas, millonario aunque mucho menos de lo que quiere hacer creer (y de fortuna heredada, por supuesto), niño consentido con cuerpo de anciano, y habitante de una realidad alternativa.

Vaya una carta de presentación ¿Verdad? Pues un partido político centenario le ha elegido de entre una serie de botarates candidatos que no se han atrevido a criticarle. La prensa libre le acoge con entusiasmo, y la teóricamente seria le trata con sospechosa deferencia y respeto, en aras de una pretendida neutralidad partidista.

Biden: Presidente actual. Es un señor muy mayor.

(Finalmente, esto ha sido su cruz. En el prematuro debate contra Trump, esta imagen ha quedado en clara evidencia. Tras éste, el aluvión de críticas y de fuego amigo tanto dentro del partido como en la prensa teóricamente progre se ha encargado de hacer reconsiderar su atrevida intención de querer renovar mandato)

Es la mayor crítica que se le puede hacer. No quiere decir que ni él ni su mandato sean perfectos, claro. Pero su presidencia ha sido muy exitosa, especialmente dadas las circunstancias y el juego de mayorías: Ha aprobado legislación que ha ayudado a la rápida recuperación económica post-Covid, con unos datos de desempleo no vistos desde los años 60, con los salarios reales subiendo, la desigualdad bajando, y con importantes inversiones con efecto a largo plazo que mejorarán las a menudo vetustas y maltrechas infraestructuras; y sobre todo (porque afecta a toda la humanidad) a favor de la producción de energías verdes. También ha conseguido sacar adelante iniciativas positivas para el ciudadano corriente, reduciendo los costes sanitarios y de educación. Incluso ha sacado adelante una ley para el control de armas, un auténtico tabú en ese país.

A pesar de lo que algunos irredentos* proclaman, no ha provocado ninguna guerra. Lamentablemente, las existentes en Ucrania y en Palestina no tienen fácil solución, sea quien sea el inquilino de la Casa Blanca. ¿Otro lo gestionaría mejor? Puede ser, pero no se oyen propuestas (en la oposición apoyarían a los invasores, pero llamar a eso solución…).

Con esta salvaguarda, que Biden parece tan mayor como es, no es un descubrimiento. Pero ha formado un gobierno que ha conseguido aprobar medidas muy complejas, con políticas ordenadas y coherentes; da entrevistas (pocas) y discursos largos sobre temas complejos de forma consistente (aunque le baile alguna palabra, característica que ya tenía de mucho más joven) no parecen señales de estar gagá.

Al otro lado, Trump grita más y mueve (algo) más los brazos, pero en sus discursos, siempre en una realidad paralela que ya no sabemos si se la cree o no, empiezan a abundar las incoherencias y contradicciones. Pero, como siempre, cuenta con bula mediática.

La cuestión es que, finalmente, Biden se ha bajado de la burra y de la carrera presidencial, lo que nos lleva a hablar de:

Harris: Actual vicepresidenta. Cargo que permite escaso lucimiento. Sobre su perfil y orígenes ya se habló en la entrada de la campaña de 2020.

Con 60 años irradia juventud y energía (suena a sarcasmo, pero es el estado de las cosas. En España se diría casi sin dudar que su oportunidad ya pasó), al punto que puede permitirse una campaña con sonrisas, alegría y mirada hacia el futuro. Y puede que suene a frivolidad, pero son ingredientes para una campaña ganadora en los EEUU.

A su favor cuenta también con el factor oportunismo: El principal temor de muchos analistas, y del que escribe, es que una hipotética retirada de Biden dejase a su partido sin tiempo para lanzar una candidatura viable.

Pero los astros, la suerte, o una secreta genialidad del equipo Biden ha permitido un curso de los acontecimientos sorprendentemente favorable:

-Al aceptar el debate adelantado (cuando aún ninguno era candidato oficial, recordemos) se puso sobre la mesa (y las pantallas) que Biden no estaba en condiciones de hacer una campaña electoral. Este debate en septiembre u octubre hubiera sido letal.

-Al resistirse durante unas semanas, es cierto que ha dado un espectáculo poco edificante, pero mientras tanto ha tenido lugar el atentado contra Trump y la Convención Republicana, que son las que han llenado los llamados ciclos de noticias. Y ha permitido al partido Demócrata ver el abismo.

-De modo, que, una vez anunciada su retirada y su apoyo a Harris, en lugar el esperable aluvión de candidatos oportunistas y la consiguiente danza de puñaladas traperas, el partido respondió con una unidad ejemplar haciendo suya la candidatura de Harris. No es un ejemplo de comportamiento democrático, pero sí de pragmatismo y responsabilidad. Esta sorprendente reacción fue todo un acierto, tal vez (o no) animado por el reciente ejemplo francés, donde en 48 horas se acordó la creación del Nuevo Frente Popular, con una constelación de partidos acostumbrados a sacudirse entre ellos, y que no presentaban una candidatura de unidad semejante desde 1981. Y el esfuerzo de contener estos instintos naturales fue recompensado con la victoria (raquítica, es cierto) en las elecciones legislativas anticipadas. Comparen de nuevo con los usos y costumbres en España.

-Así pues, después de un ciclo de noticias con Trump clamando venganza y su nuevo escudero Vance a la caza de enemigos nuevos (¡mujeres con gatos!), nos hemos encontrado con otro ciclo de exhibición de unidad del partido Demócrata, con una candidata sonriente que le ha echado a Trump un montón de años encima, que habla de libertad (otro ingrediente ganador) y alegría; y que, para colmo, ha elegido como compañero a Tim Walz: un campechano profesor de pueblo, veterano del ejército y entrenador de fútbol americano. Buena suerte para pintarlo como un peligroso antipatriota.

Esta cascada de acontecimientos inesperados ha supuesto que esta campaña sea atípica. Mucho. De modo que muchos lugares comunes acerca de las campañas EEUU son menos útiles que nunca. De momento, y hasta la Convención Demócrata, la ola irá a favor de éstos. Y ya se empieza a reflejar en las encuestas.

Pero quedan muchos días, algún debate, muchas meteduras de pata y alguna filtración interesada por ver antes de las elecciones. Y si sumamos lo peculiar del arcaico sistema electoral norteamericano, anticipar un resultado es aventurado.

Conclusión final

Si en 2020 la opinión estaba bastante clara, en 2024, y viendo cómo han gestionado cada uno la victoria y la derrota, no hay duda alguna sobre qué candidato es el que hay que votar, y el que hay que evitar.

*Esto va por la rama berdadera hizquierda anti OTAN que sostiene que los EEUU son lo que han obligado a Rusia a invadir a Ucrania, y que lo que hay que hacer es darle facilidades al invasor. Y que al mismo tiempo consideran que habría que bloquear (¿invadir?) Israel por hacer lo mismo.