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Esta es la transcripción de un muy interesante artículo de eldiario.es, escrito por José Fernández-Albertos (enlace: http://www.eldiario.es/piedrasdepapel/desigualdad_6_276882310.html)

Hace sólo unas semanas la OCDE publicaba una actualización de sus datos internacionalmente comparables sobre desigualdad (hasta 2011), en los que se constataba el aumento de la desigualdad en España. Con un índice de Gini de 0.344, España es en 2011 el país de la Unión Europea miembro de la OCDE con una distribución del ingreso más desigual.

Pero, ¿qué forma tiene nuestra desigualdad? ¿Somos desiguales porque, como se dice, nuestras clases medias se están empobreciendo respecto a una minoría de ricos? Les adelanto la respuesta: No. Somos desiguales porque nuestros pobres son mucho más pobres que los pobres de los países de nuestro entorno.

El gráfico 1 muestra una primera forma de descomponer la desigualdad a partir de los datos que nos ofrece la OCDE. Las barras de la izquierda del gráfico representan el porcentaje del ingreso total que corresponde al 10% más pobre de la población en cada país, y las barras de la derecha, el porcentaje que corresponde al 10% más rico. Mientras que los “ricos” españoles tienen una participación en el ingreso total bastante parecida a la media de la OCDE, los “pobres” disfrutan de una proporción mucho menor de la que disfrutan en la gran mayoría de países de nuestro entorno. Dicho de otra forma, nuestros ricos no son particularmente ricos, pero nuestros pobres sí son particularmente pobres.

Gráfico 1. Porcentaje del ingreso total que corresponde al 10% más pobre de la población y al 10% más rico en países de la OCDE.

¿Qué podemos decir de nuestras supuestamente empobrecidas clases medias? Comparadas con los demás grupos de ingresos, a nuestras clases medias no les va particularmente mal. Según estos mismos datos, el grupo de población que tiene más ingresos que el 40% más pobre y menos que el 40% más rico (los dos deciles centrales de la distribución de ingresos, una posible definición de “clase media”) ingresa el 17,4 % de la renta total, una décima por encima de la media de los países de la OCDE. De nuevo, la comparación con las clases más bajas es ilustrativa: en la media de la OCDE, el 10% más pobre en la población dispone del 2,9% de los ingresos totales, pero en España dispone sólo del 1,8%.

Otra forma de analizar la estructura de la desigualdad es examinando las distancias entre los ingresos de las clases medias y los de los “pobres” y los “ricos”. El gráfico 2 aspira a representar estas distancias. La parte izquierda del gráfico muestra cuántas veces es mayor el ingreso de un hogar situado en el percentil 90 de la distribución de ingresos (es decir, un hogar “rico”, con un ingreso superior al 90% de los hogares del país) respecto del ingreso de un hogar situado en el percentil 50 (es decir, un hogar justo en el medio de la distribución de ingresos, cuya renta es inferior a la de la mitad de los hogares y superior a la de la otra mitad). Así, es posible interpretar la cifra representada en el eje vertical del gráfico como la “distancia” entre los “ricos” y la “clase media”. Como el gráfico 1 mostraba que algunos países no europeos de la OCDE son marcadamente más desiguales que el resto, represento el valor de esta “distancia” para España y para la media de los países de la UE incluidos en la base de datos de la OCDE, para evitar el efecto de estos casos extremos. Antes de la crisis esta distancia entre los ricos y la clase media en España coincidía con la distancia media en los países europeos. Desde 2007, sin embargo, esta distancia ha aumentado ligeramente: la distancia media en Europa ha permanecido constante, mientras que se ha incrementado algo en nuestro país.


Gráfico 2. Ingresos ricos / clase media (ratio P90/P95) y clase media / pobres (ratio P50/P10).

Fuente: OCDE Income Inequality Database

Sin embargo, las diferencias son mucho más relevantes cuando analizamos la parte derecha del gráfico, que representa la distancia entre la “clase media” (el ingreso del hogar mediano, aquel que está justo en el centro de la distribución de ingresos) y la clase “baja” (el ingreso de un hogar “pobre” que ingresa más que el 10% de hogares más pobres y menos que el 90% más rico). Antes de la crisis, España ya era distinta a nuestros vecinos europeos en esto: la distancia entre clases medias y clase baja era la más alta de entre los países de la UE (un hogar de clase media ingresaba 2,2 veces lo que un hogar “pobre”, mientras que la media europea era menos de 2). Pero desde el inicio de la crisis esa distancia no ha dejado de aumentar, y en 2011 (el último año para el cual hay datos) es de 2,6, récord europeo y sólo una décima por debajo del valor de Estados Unidos.

En resumen: España es más desigual que nuestros vecinos europeos no porque las distancias entre clases medias y clases altas sean muy grandes, sino sobre todo porque las clases medias son en términos relativos mucho más ricas que las clases bajas, y los años de crisis han agudizado estas diferencias.

¿Y si el problema no son los ricos, sino los “muy ricos”? Para saber qué ocurre en estos segmentos de población podemos recurrir a la base de datos de ingresos muy altos compilada por Thomas Piketty y sus colaboradores. El gráfico 3 recoge la proporción del ingreso total que corresponde al 1% más rico de la población en todos los países europeos para los que esta base de datos dispone de series, representand a España en trazo más grueso. Hay países más igualitarios que España (los escandinavos, esencialmente) en los que los muy ricos disponen de un porcentaje del ingreso total menor del que disponen en España. Sin embargo, hay varios países en los que «el 1%» ingresa un porcentaje del ingreso total mayor. No parece que en España los muy ricos sean comparativamente más ricos que los muy ricos en los países de nuestro entorno.

Gráfico 3. Porcentaje del ingreso total correspondiente al 1% más rico de la población.

Fuente: The World Top Incomes Database.

En conclusión, pues, un análisis de la estructura de la desigualdad indica que somos un país más desigual que nuestros vecinos no porque nuestra clase media sea particularmente pobre en relación a los más ricos, sino porque nuestra clase baja es particularmente pobre respecto a la clase media.

Acabo con una reflexión final. En un reciente artículo académico de Noam Lupu y Jonas Pontusson publicado en American Political Science Review, se muestra cómo la demanda política de redistribución depende no tanto del nivel de desigualdad general, como tradicionalmente se asumía en muchos trabajos de economía política, sino de la «cercanía» entre la clase media y la clase baja. Según estos autores, cuando los niveles de ingresos (y por tanto las preferencias) de estos dos grupos son muy diferentes, se hace más difícil construir coaliciones políticas a favor de la redistribución que empujen a los gobernantes hacia una distribución más equitativa del ingreso. Esta parece ser la situación en la que estamos en España. ¿Está aquí quizá la explicación de por qué observamos tan poca redistribución a pesar del tan marcado aumento de las desigualdades?



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